lunes, 12 de diciembre de 2011

Yo no arrimo el hombro

Estoy harta de escuchar consejos y recomendaciones de altos mandatarios para soportar esta época de crisis económica que estamos sufriendo durante ya varios años. "Arrime el hombro", "apriétese el cinturón", "no tire la toalla", "luche", "súmese al cambio", nos proclaman. ¿Pero qué cambio? ¿Acaso algo ha cambiado y no me he dado cuenta? Ah, sí, que ha aumentado el número de parados, que se venden menos viviendas, que Europa se tira de los pelos. Claro.


Pues yo no. No estoy dispuesta a tragarme esta sarta de patrañas. No me resigno pensando que hay otros que lo pasan aún peor que yo. Y no me considero ni egoísta ni ambiciosa, sino que simplemente: mal de muchos, consuelo de tontos.

Entiendo que no todos los españoles atravesamos la misma situación, que hay familias que enfrentan las Navidades sin nada que ofrecerles a sus pequeños. Pero igual que veo eso, veo también a los políticos que presumen de rebajarse el sueldo y cobran todos los meses más de 3.000 euros. Con esa cantidad ¿cuántos sueldos miserables podrían pagarse? Digo miserables porque trabaje usted de cajera, reponedora, dependienta, en el sector de la limpieza o de peluquera no creo que se lleve a casa más de 600 al mes. Y siempre se podrá justificar su escaso salario con la grave crisis que atravesamos. No se preocupe que si no le interesan las condiciones laborales las listas del paro las engruesan muchas como usted.

Somos nosotros quienes tenemos que arrimar el hombro y ajustarnos el cinturón mientras directores de bancos y cajas se jubilan con pensiones astronómicas. Ya quisieran los pensionistas esa jubilación; pero no, tienen que trabajar hasta los 67 y avistar una congelación de pensiones por no se sabe cuánto tiempo.

No se queje, que vive usted en una Europa a dos velocidades y su país acelera, con ansias de ocupar los primeros puestos, pero puede que pinche una rueda antes de llegar a la meta.