miércoles, 27 de septiembre de 2017

Poco hombres

Hace algunos años el prototipo de hombre era de macho alfa: duro, tosco, prácticamente ajeno a la vida familiar y doméstica y que dedicaba la mayor parte de su tiempo exclusivamente a trabajar. Hoy en día, por fortuna, he de decirlo, el modelo de varón se ha adaptado a los tiempos y los hombres se han convertido en excelentes padres, cercanos, sensibles, amos de casa, buenos cocineros, compañeros, deportistas, interesados por la cultura y un largo y variado etcétera.

El hombre, como la mujer, es capaz de desarrollar muchas tareas, no reñidas por su condición masculina. No se extrañan si les digo que hace sólo unas décadas los hombres rara vez realizaban la compra o se ocupaban de los hijos.

Algunas mentalidades, aún obsoletas, atribuyen a los varones el calificativo de "poco hombres" cuando realizan funciones que fueron estrictamnete adjudicadas a la mujer en tiempos pasados. Declaro que me alegra y que me encanta ver a papás con el cochecito de sus bebés en el supermercado o en el médico, me gusta verles tender la ropa o aspirar las alfombras. Porque ellos, como nosotras, pueden hacerlo.

Aún convivimos con primitivos que escupen frases del tipo: "Mujer tenía que ser" cuando conduce una señora. Contra estos estereotipos tenemos que luchar todavía, cada vez en menor medida porque afortunadamente se van superando barreras y las conformando una sociedad moderna, tolerante e igualitaria.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Gorditas

En la reciente Semana de la Moda de Nueva York salieron a desfilar modelos de las denominadas tallas grandes. Son chicas nornales, guapas,  con suficiente pecho como para rellenar un sujetador, que tal vez alcancen la talla 40 o 42. Me pregunto quién ha determinado que son gordas.

Personalmente, estas chicas me parecen más sensuales y atractivas que las modelos delgadísimas, pálidas y escuálidas que dominan las pasarelas, que son paradigma de las grandes marcas, que se supone que son las que marcan tendencia y a las que muchas jóvenes quieren imitar.

Vivan las gorditas. Las mujeres con personalidad, capaces de marcar sus curvas, de vestir con elegancia y decirle al mundo que son guapas y son diferentes. Vivan las que se ponen zapatos de tacón y escote. Tener más peso no les hace ser menos mujer, ni menos coqueta, sino justamente lo contrario.

Hago una mención aparte a la industria textil, que comercializa tallas irracionales y dispares, de forma que en unas prendas puedes llevar la S y en otras la XL. No sé a qué esperan para comercializar un tallaje adecuado y luchar únicamente por realzar la belleza femenina, sea del tamaño que sea.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

La herencia

Hoy voy a hablarles de las herencias, del legado que recibimos de nuestros ascendentes, y no me refiero a propiedades inmobiliarias ni a otro tipo de bienes materiales o capitales, sino a lo que llevamos dentro de nosotros.

Todos hemos escuchado alguna vez que nos parecemos a nuestros familiares, que somos igualitos a nuestros padres o que tenemos los mismos gestos, una similar forma de expresarnos o de caminar. Y es que todo se hereda. A medida que van pasando los años nos vamos asemejando más a nuestros seres queridos, vamos convirtiéndonos en adultos y reproduciendo las enseñanzas que nos han transmitido y de las que nos hemos ido nutriendo en la primera etapa de nuestra vida.

Lógicamente, hay asuntos en los que somos innovadores, pero la esencia la seguimos conservando. La comida no nos queda igual que a nuestra abuela, pero cada vez se nos vienen más a la boca las frases que ella repite. Lo mismo ocurre con los usos y costumbres, que forman parte de nosotros y es innegable seguirlos ejecutando.

Por otro lado está la herencia física, de la anatomía en su peor versión. Aquí hago referencia a la genética más rebelde: a las varices, los dolores de espalda, las enfermedades que están en el ADN de nuestros antecesores y que parece que no se quieren olvidar de nosotros.

Las fotografías y los recuerdos son el testimonio de la evolución de nuestra familia y del legado que dejaremos tras nosotros. Las generaciones futuras seguirán nuestros pasos.




jueves, 7 de septiembre de 2017

Hijo de

Hay muchas personas que se crecen y les gusta verse distinguidas por su clase, su cargo o su estatus social. Dígase conde, alcalde, presidente, señoría o don. En numerosas ocasiones ponen delante su categoría vayan a donde vayan y ese rango, aparte de dignificarles, les supone muchos beneficios institucionales y sociales.

Todos somos hijos de nuestro padre y nuestra madre. En el documento nacional de identidad no se menciona que seas el accionista principal de una compañía o el presidente de una aerolínea. Eres el hijo de Antonio y Juana o de Pedro y Sofía, como el resto de españolitos de a pie.

Para la gente sencilla y llana esto no conlleva mayor significación, pero en ciertas esferas políticas y económicas la clase abre muchas puertas.

En mi sincera y humilde opinión prefiero a los hijos de fulanito y fulanita, que consiguen sus éxitos por su propio mérito,  sin ningún empujoncito ni golpecitos en la espalda.