lunes, 24 de marzo de 2014

Con otros ojos

Hace unos años descubrí una bonita forma de mirar el día a día, de sobrevivir a la rutina y de sacar de cada jornada un momento provechoso y hasta satisfactorio. No es otra manera que mirar la vida con otros ojos, pero no con unos ojos cualquiera. Yo diría que se trata de los ojos de un fotógrafo.

Cada día, cuando salgo a la calle miro a mi alrededor y poniendo un poco de atención, soy capaz de vislumbrar un momento, un gesto, una paisaje, cualquier escena por anodina que parezca, que mirada de forma individual, sacada de contexto, podría tratarse de una obra de arte. Para mí podrían ser instantáneas de mi manera peculiar de ver el mundo, tan singular y tan atrayente.

Un día me fijo en la mirada desesperada de un colegial que en la parada de guaguas junto a su padre. En otra ocasión reparo en una bandada de pájaros que surcan el cielo de un atardecer rojizo. Un anochecer percibo a una anciana que camina presurosa con un maletín en las manos y que va ataviada con un vestido color ocre y unos calcetines blancos con rayas verdes.

Si eres un poquito curioso, te recomiendo que practiques esta técnica. Seguro que te sorprenderá la miscelánea de momentos, personas y espacios con los que te cruzas a diario. Yo no tengo ni que pensarlo, simplemente voy caminando o conduciendo y veo algo que llama mi atención. Es entonces cuando me doy cuenta de que ésa es la imagen de ese día. Alguien la ha puesto ahí delante para contemplarla.