sábado, 23 de diciembre de 2017

Con los ojos de un niño

Hace algunos días escuché una conversación de una señora que decía haberle contado a su hijo la verdad de la Navidad al cumplir los 10 años. Lo primero que imaginé fue cuál sería la sensación del chico. Vaya decepción, es lo que hemos pensado todos, pero enseguida me planteé ¿cuál es la edad adecuada para dejar de creer?

La magia de estas fechas se vive diferente desde la visión de un niño. La ilusión, la entrega, la motivación por decorar la casa, cantar villancicos, disfrutar de la cabalgata... ¿Por qué dejar de hacerlo o simplemente hacerlo como autómatas sin permitirnos gozar como enanos?

Mancharnos de purpurina, comer chocolate, todo sabría mejor si lo hiciéramos como ellos. Así que "arre, arre, arre"... y no olviden poner el zapato el 5 de enero.




domingo, 3 de diciembre de 2017

Descubriendo

Hoy una persona mayor me ha mirado, hemos intercambiado apenas unas palabras y me ha recordado que tenga uno la edad que tenga, nunca es tarde para descubrir, para emprender nuevas experiencias y llenar la mochila de vivencias. La ilusión no tiene fecha de caducidad, ni se corresponde sólo con la infancia.

Pensándolo un poco, conozco a octogenarios con más ímpetu y más ganas que algunos veinteañeros.  Para comerse el mundo sólo hay que tener hambre.

¿Quién dijo que no se puede uno poner retos a su edad? Nunca es tarde para aprender un idioma, probar comida exótica, iniciarse en un deporte o pintar un cuadro. Miles de ideas: ¿Tocar un instrumento? ¿Tirarse en paracaídas? ¿Bailar tango?

Los niños tampoco preguntan. No se plantean las cosas antes de hacerlas, ni se cuestionan si seran capaces de llevarlas a cabo. No tienen miedo. Ése es el camino y allá van. Adelante.