lunes, 26 de septiembre de 2016

Malos padres

Recientes casos que han acontecido dan a conocer la maldad que pueden llegar a profesar ciertos padres, que no merecen ser llamados así. Se han hecho mediáticos varios sucesos que han desvelado a progenitores que han acabado con la vida de sus hijos.

El primero al que me refiero es el de la mujer americana que contrataba a hombres para que violaran a su hija de 9 años, niña que terminó falleciendo como consecuencia de los actos a los que la madre la sometía y que ella misma presenciaba. Cuando conocí la noticia me causó asco, estupor y miedo.

Otro hecho que cobró protagonismo en las redes sociales fue el del hombre que mató a su bebé, quien había superado un cáncer y cuyo padre confesó sentir celos de ella. Acabó con su vida, tras haberle ganado la batalla a una cruda enfermedad y arrojó sus restos a un arroyo. Sin comentarios.

Estos asesinatos contra niños inocentes despiertan el dolor, pero también la rabia y la impotencia. Me hacen pensar en lo que pueden llegar a sentir quienes siempre han querido ser padres y nunca pudieron lograrlo, en la injusticia de que puedan serlo quienes no son capaces de disfrutar de la inocencia y la bondad de sus hijos.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Voluntad

A veces las cosas no son como nos gustaría que fueran, salen de otra manera y no estamos conformes. Muchas veces nos lamentamos de la mala suerte que tenemos, pero hay ocasiones en las que un simple gesto puede darnos de bruces y hacernos ver que lo único importante para seguir en el camino es la voluntad.

En los recientes Juegos Paralímpicos hemos visto múltiples ejemplos. Muchos de nosotros en las circunstancias de algunos de estos deportistas nos habríamos rendido y hubiéramos tirado la toalla. Pero ahí están, después de haber sufrido como nadie ganan medallas, se superan y son referentes a nivel mundial. Un nadador al que un tiburón le arrancó una pierna y que continúa desarrollando su pasión es un héroe. No hay otra explicación. La diferencia entre ellos y el resto es que son firmes y constantes y no se dejan vencer por duros que sean los golpes.

No sólo existen en la televisión ni son famosos, sino que se hallan entre nosotros y enfrentan su destino de una manera admirable y valiente. Salen a la calle a pesar de sus pesares y hacen una vida normal cuando su día a día acarrea múltiples inconveniencias. Todos estamos hechos de la misma pasta, así que tomémoslos como modelos. Ante circunstancias adversas, sí se puede y no hay nada que indique lo contrario, sino nuestro pesimismo, conformismo y aceptación. Seamos como ellos, porque son un impulso de vida y de determinación.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

"No me gusta que le odien"

En una manifestación que tuvo lugar en México contra el matrimonio homosexual se produjo un incidente inesperado. Un niño de 11 años se plantó delante de los coches de la autoridad que precedían a los manifestantes y con las manos extendidas expuso su opinión contraria a tal protesta. Su motivo para reivindicar el respeto a la libertad sexual es que su tío es homosexual y en sus propias palabras: "No me gusta que le odien".

Admiro la madurez y la valentía del muchacho. Valoro gratamente que una cabecita de 11 años sea más tolerante que una masa social que sale a la calle a manifestarse en contra de una opción sexual, una expresión de la libertad de cada cual, que aún en el siglo XXI sigue despertando notable controversia y por desgracia muchas veces va más allá.

Que tengamos que oír hablar de agresiones, de matanzas y demás horrores por el simple hecho de ser homosexual no favorece nada la mentalidad abierta y cosmopolita que presumimos tener los ciudadanos de este 2016. Me apena profundamente que sea un niño quien pare las patas a los intolerantes, pero a la vez me llena de satisfacción saber que su pensamiento es respetuoso, libre y plural. Él, sólo un niño, es un defensor y es un ejemplo de coraje. Valora a las personas y va más allá de las etiquetas.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Orgullo al volante

Si eres conductor seguro que vas a entender el planteamiento que desarrollo a continuación. Todos los días al coger el volante y circular por carretera estamos expuestos a cualquier riesgo: a provocar atropellos, choques o accidentes; pero el principal factor para evitarlos es la cautela y la atención. Desde luego que todos podemos cometer errores o imprudencias porque hay varios factores que inciden en la calidad de la conducción, como el cansancio, la luminosidad, etc.

Frecuentemente suceden despistes que en la mayoría de ocasiones no llegan a mayores gracias a la rápida intervención de uno de los conductores. Cuando no es así, podría decirse que va el orgullo al volante. Supongo que todos han presenciado a personas a las que les es muy fácil discutir o provocar disputas con otros conductores o incluso con viandantes.

Cuando sucede una situación de peligro que por fortuna puede evitarse, es de recibo agradecer a la otra persona implicada que se haya solventado la situación. En lugar de esto, hay individuos que parecen sentirse heridos en el ego más profundo y se dedican a insultar o a generar polémica. En una circunstancia como ésta, y cuando me ocurre personalmente pido disculpas sacando la mano para agradecer que han entendido que me he equivocado, sin más. La madurez radica en saber que todos erramos y asumirlo sin mayor perjuicio.