viernes, 27 de mayo de 2016

Cerveza para todos

Hace unos días al pasar por el pasillo de un supermercado me detuve al contemplar una cerveza sin gluten. Me llamó bastante la atención porque no me había percatado que los celíacos no pueden tomar la cerveza tradicional, compuesta básicamente de cereales.

Hoy, 27 de mayo, se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca. Desde luego que es un padecimiento complejo porque limita bastante la alimentación y hasta la forma de relacionarse socialmente. Con esto me refiero a que los celíacos no pueden salir a tomar una pizza o un bocadillo. Sus posibilidades de comer fuera de casa son bastante restringidas y los negocios de restauración tienen una oferta muy limitada para ellos. Salir a un bar se reduce muchas veces a tomar sólo la bebida o algún aperitivo poco elaborado.


Las marcas dirigidas a este tipo de consumidores se han especializado en los productos para intolerantes al gluten, que tienen un precio muy elevado.Otro inconveniente contra el que tienen que luchar los intolerantes al gluten son los medicamentos. Muchos de ellos contienen almidón de trigo, lo que puede provocarles alergias u otros problemas de salud.

Celebro que surjan alternativas para normalizar la vida de los pacientes de esta enfermedad, que hasta ahora, no tiene remedio científico y la única vía para controlarla es la dieta estricta y de por vida. De hecho, hoy en día la celiaquía es muy frecuente en los niños y se ha tomado conciencia desde la escuela para que desarrollen su vida diaria con normalidad y que no se reduzca a comer sólo fruta y verdura.




lunes, 23 de mayo de 2016

Pequeñas lecciones

Quienes estamos en contacto con niños, podemos afirmar que cada día aprendemos algo de ellos. Se trata de pequeñas lecciones que nos dan a diario y de las que a veces no somos conscientes.

Sin duda, los pequeños son maestros en sinceridad, en espontaneidad y en alegría. No son amigos de formalidades y disfrutan y nos hacen disfrutar de los momentos triviales, pero que son muchas veces la mayor riqueza.

Las risas, los guiños, comer con las manos, cantar en el coche, la plastilina... son elementos que pueden entrañar felices circunstancias, o no tanto. Pero debemos admitir que nos enseñan a perder la rigidez y el encorsetamiento social que nos es impuesto y a ser partícipe de los juegos, de la más tierna infancia y de la naturalidad más allá de la aprobación. Despatarrarse en el sofá, llenar la bañera y jugar con el agua, soñar con los ojos abiertos y no dejar de ser un niño. Quiero aprender eso, asimilarlo y que forme parte de mí. No perder la ilusión, sin que esté reñido con la responsabilidad. Conservar la esencia, que es lo que nos hace lo que nosotros somos.

domingo, 8 de mayo de 2016

Quiero estudiar

En la afanada trayectoria de una treintañera ocupada me he dado cuenta de que a esta edad uno se propone estudiar o mejorar en aquellas competencias que cree que le pueden ayudar en su futuro profesional. El problema ahora es que no tengo tiempo o no puedo dedicarle todo el que quisiera.

Pensándolo por un momento me ha parecido una paradoja a lo que puede ocurrirle a los jóvenes en plena adolescencia. Cuando disponen de mucho tiempo y pueden formarse en distintas habilidades es precisamente cuando menos lo valoran.

Ahora, en la madurez, sé que me gustaría estudiar. Quisiera tener conocimientos en múltiples destrezas. Me satisfaría dominar idiomas, ser un hacha en las tecnologías de la información y la comunicación, practicar diversas actividades, pero a esta edad y a este ritmo tengo que elegir y dosificar el conocimiento. No obstante, nunca voy a dejar de aprender, porque como decía un profesor mío: "no soy más que una aprendiz".