lunes, 27 de febrero de 2017

Flores y bragas

Hace unas semanas fue el día de San Valentín. Es una de las pocas ocasiones en la que los varones van por la calle con ramos de flores. Me resulta tan gracioso verles erguidos y casi acomplejados acelerando el paso, no vaya a ser que se cuestione su hombría por el detalle romántico.

Lo mismo ocurre en tiendas de lencería. Hay muchas de ellas en las que, si acuden en pareja, los hombres esperan por fuera mientras la mujer elige o se prueba las prendas que vaya a comprar.

Ya no recordaba el caso de las compresas. Creí que se había normalizado, pero hace sólo unos días escuché a un hombre hablar sobre ello. Confesó no haberlas comprado nunca y no saber dónde se ubican en el supermercado las compresas o los tampones.

Sin embargo, es bastante habitual que una mujer compre ropa interior masculina u otros útiles para el uso del hombre sin que suponga ningún problema. ¿Hablamos de nuevo de micromachismos? Me gustaría pensar que no.

sábado, 18 de febrero de 2017

La magia del arcoiris

La inestabilidad meteorológica que vivimos a comienzos de esta semana se tradujo en la mañana del miércoles en un grandioso y espectacular arcoiris. Muy temprano, antes de las 8.00, el cielo nos dio un regalo que superó a cualquier San Valentín.

Las franjas de colores dibujaban la sonrisa y la ilusión en las caras de quienes, como yo, lo descubrimos al volante. Otros iban de camino al trabajo, haciendo deporte o se dirigían al instituto. Todos fuimos víctimas y cómplices. Hicimos una pequeña pausa para disfrutar de un regalo. Me embargó una sensación enormemente placentera para comenzar la mañana.

Simplemente habíamos compartido un instante. Y no era una broma en Whatsapp. Todos estábamos mirando al cielo.

viernes, 3 de febrero de 2017

Conciliación y educación

Los nefastos horarios de trabajo de la mayoría de los empleos de nuestro país implican para los padres renunciar a parte de la educación de sus hijos. Evidentemente, los turnos partidos y las jornadas laborales a favor de los beneficios comerciales traen consecuencias para la convivencia familiar.

El resultado implícito es buscar alternativas que conlleven la ocupación del tiempo no escolar de los niños. Deporte, clases de idiomas, actividades artísticas y un largo etcétera suplen las horas que deberían compartir con sus padres. 

Tras la jornada de trabajo a éstos les esperan las labores domésticas, compromisos sociales, etcétera, por lo que la paternidad probablemente se convierte en algo totalmente ajeno a lo que habían planeado. 

Mención aparte merece la ocupación de los abuelos al cuidado de los nietos, ayuda esencial para muchos y no siempre valorada. 

No pierdo la esperanza de que en algún momento las instituciones consideren la relevancia de la unión familiar y aboguen por crear empleos que logren la conciliación. Por el bien de todos.