lunes, 25 de junio de 2018

¿Cuántos notables?

Hoy me encontaba en un establecimiento y al rato percibí que llegaba una niña con sus abuelos. Mientras esperábamos, la abuela recibió una llamada al móvil y luego le pasó el terminal a la niña, que atendió la llamada nerviosa. Al otro lado estaba el padre de la pequeña que había ido a recoger las notas.

Me hizo gracia la curiosidad de la chica, que le advertía de que no le engañase. Preguntaba avispada cuántos sobresalientes y notables había recibido, repetía: "No me lo creo, mándame una foto" y se reía constantemente. Sin duda, es el resultado al esfuerzo de todo el año. Ellos han estado luchando por merecer unas buenas calificaciones y estos meses de verano son el descanso del guerrero para los escolares. Bien merecido el receso estival para niños, profesores y padres, que también repasan lecciones y colaboran, incansables, en los trabajos durante todo el curso.

¡A disfrutar del verano!

miércoles, 13 de junio de 2018

Me duele

Estos días, sin duda alguna, han sido bastante activos mediáticamente. Recibimos conmovidos la negativa del reciente Gobierno italiano a recibir en sus costas a los 629 inmigrantes que se acercaban a su territorio a bordo del Aquarius.

El español, otro Gobierno que se acaba de componer, dio el sí a la recepción de quienes solicitan que les abran fronteras, los brazos y el corazón. Hasta aquí una acción lógica, tolerante, una respuesta activa que deja en paños menores a la Europa moderna y a muchos de sus dirigentes, que no han movido un dedo.

Lo que no me explico es cómo hay gente que puede desear que no se les reciba ¿Con qué criterio? ¿No es una situación similar a la que sufrieron miles de españoles que tuvieron que huir acuciados por una cruenta Guerra Civil? ¿Es que sus vidas valen menos que las nuestras? Me duele esa discriminación, ese racismo, esa falta de solidaridad.

Luego están los que han increpado a quienes apoyamos su recepción diciendo: "que los metan en sus casas" o que "para eso no se pagan los impuestos". Qué lástima. Quería creer que habíamos avanzado como sociedad, pero estas manifestaciones me hacen pensar que arrastramos demasiado primitivismo. Necesitamos lecciones de fraternidad en vena, de respeto, de empatía. Y ojalá lo aprendamos todos muy rápido, porque no siempre hay segundas oportunidades.

sábado, 2 de junio de 2018

Gofio

El pasado día de Canarias fui a una gasolinera y uno de los dependientes me ofreció un sobre con gofio. Me fui contenta con mi regalo y cuál fue mi sorpresa al conocer que las nuevas generaciones están aprendiendo en el colegio desde la educación infantil a preparar gofio amasado. Nada mejor que nuestro cereal, solo, con leche, en el potaje, amasado con plátanos, almendras o como gusten tomarlo. Me enorgullece saber que uno de los elementos de nuestra gastronomía forma parte también de nuestro día a día.

Por otro lado, el mismo día fui a un supermercado, que para mi sorpresa abría el festivo. En las cajas las trabajadoras iban vestidas con el traje típico de las Islas. "Bonito gesto", pensé, pero enseguida me chocó el acento de la cajera que pronunciaba: "CatorCe con veintiCinco Céntimos" y resalto las C porque ella no seseaba. Entonces no me pareció tan buena idea lo de la indumentaria. Está bien vestirse con el traje tradicional si eres canario o si lo sientes, pero no tanto si te lo impone tu empresa a modo de disfraz, como cuando te endosan el gorro de Papa Noel en Navidad.

A mí no me gustaría que me hicieran vestirme con el traje de otro lugar. Igual me apetece ponérmelo y eso sería genial, pero que no se imponga, porque la vestimenta tradicional canaria representa una cultura y es fruto de la tradición de los antiguos pobladores de nuestra tierra. Está mal que se reproduzca el patronaje desde industrias textiles, porque no se trata de churros, de una camiseta o un bañador, sino que entraña la idiosincrasia del pueblo canario.