miércoles, 27 de mayo de 2015

Como los niños

Quiero dedicar una pequeña reflexión a los niños, a esos pequeños seres a los que enseñamos a diario, pero de los que tenemos mucho que aprender. A los menores, que son empáticos, espontáneos, sinceros y muchas veces nos demuestran cuántos prejuicios ignoran.

En la mera relación con desconocidos, los niños nos ganan la batalla. Puede influirles un poco la timidez, pero enseguida dejan de lado la vergüenza y sociabilizan sin atender a más razones. Está demostrado que somos los adultos los que ponemos barreras a la diferencia. Los niños se relacionan perfectamente con personas de distintas razas y hasta de una lengua ajena a la suya.


Esa actitud es la que deberíamos tomar nosotros. Dejar de imponernos prejuicios y etiquetas sería una solución para evitar una gran cantidad de conflictos, del alcance de la xenofobia o la homofobia, por ejemplo. Cada persona tiene unas características individuales que no deberían servir para definirla; me refiero a expresiones del tipo «la gorda», «el chino», o «el niño autista».  Los niños no emplean esos calificativos para referirse a otras personas hasta que los escuchan. De ahí la importancia de la actitud que debemos tomar los que ya no somos críos.

Para denominarnos existen los nombres y reniego de hacer de las circunstancias individuales un mote. Porque las diferencias son esenciales para conformar un mundo de iguales. Defiendo la singularidad de cada ser y entiendo lo significativo que es adquirir una personalidad propia y única. Sin embargo, no tolero las descalificaciones, el menosprecio ni la burla, porque esto siempre alberga grandes problemas. El desprecio no es una característica de personas maduras y respetuosas, que es el modelo en que los niños se deben ver reflejados.

Lo dicho, que los niños son afables, inocentes, curiosos y nos dan lecciones constantemente. Me gustaría ser como ellos, aunque lo mejor es no haberlo dejado de ser nunca.

sábado, 23 de mayo de 2015

No, gracias

Millones de españoles desempleados enviamos casi a diario nuestro currículum vitae para acceder a ofertas de empleo. Sin embargo, no recibimos notificación ni respuesta alguna por parte de los reclutadores.

Los gestores de las empresas de recursos humanos deberían, como mínimo, y por simple cuestión de educación, remitir una respuesta a los numerosos candidatos que aspiran a cada puesto.

En ocasiones envían una contestación automática que agradece el interés por trabajar en la empresa. Muchas veces es preferible la respuesta ridícula e impersonal que recibir una llamada para comunicar que no ha sido seleccionado. Muchas gracias y mucha suerte, como quien dice.

De la misma forma que la empresa espera recibir las candidaturas, el desempleado agradece saber que han recibido la información y que la están valorando. Sin embargo, frecuentemente parece ser que el envío es en vano, porque no responde ni Dios.




jueves, 14 de mayo de 2015

No hay pelotas

Esta semana se ha planteado un conflicto de dimensiones galácticas, como suele denominarse a los protagonistas de la faena. Los futbolistas españoles han considerado ponerse en huelga, con el aval de la Federación Española de Fútbol, situación que se ha convertido en un auténtico drama a nivel estratosférico.

Vaya tragedia porque no se juegue un partido de fútbol un fin de semana. Me da que haciendo cuentas en la pérdida de beneficios a más de uno le dio una fatiga. Pérdidas en derechos de emisión, en publicidad y hasta en la venta de cervezas y ganchitos.

Figúrese el alcance de la tragedia que el asunto ha llegado hasta la Audiencia Nacional. Y se resolverá en unos días, esto apunta maneras en la celeridad de los procesos judiciales españoles.

Pues nada. Si no hay fútbol el finde, tal vez no llegaremos vivos al lunes. No habrá de qué hablar en espacios deportivos y tertulias. Mientras tanto, en Nepal ha vuelto a repetirse la desgracia. Pero las pelotas son más importantes.

lunes, 11 de mayo de 2015

Destrezas

Cuando aprendemos un idioma extranjero adquirimos conocimientos en varias facetas: la escritura, la lectura, el habla y la escucha. Al menos éstos son los parámetros más comunes a la hora de iniciarnos en una lengua distinta a la materna.

Sin embargo, cabe preguntarnos si poseemos el mismo dominio de nuestro propio idioma. Está claro que somos capaces de hablar y escuchar, pero no todos poseemos el mismo nivel de entendimiento, sobre todo a niveles técnicos o especializados.

Manejamos las destrezas en mayor o menor medida, pero hay ocasiones en que una de ellas queda muy dispar a otra. El claro ejemplo es la dificultad para escribir correctamente que tienen las jóvenes generaciones. La influencia de las nuevas tecnologías impulsa la rapidez en la comunicación y esto hace que se escriban mensajes erróneos y con graves faltas de ortografía.

Tanto en una lengua ajena como en la propia, hay que interesarse por progresar en el uso y entendimiento. Y nada mejor que la práctica en cada uno de estos aspectos (leer, escribir, hablar y escuchar) para mejorar en la adquisición de competencias.