Cuando llueve apetece tomar café, leer, escribir, escuchar música lenta, acurrucarse bajo una manta.
Cuando llueve apetece mirar a la calle detrás de la ventana y observar el agua correr.
Cuando llueve los niños disfrutan pisando los charcos y los adultos ponemos a punto paraguas, botines y los neumáticos del coche.
Cuando llueve de forma tranquila no puedo más que pensar que la lluvia es una bendición, dados los tiempos que corren y el daño que le estamos haciendo al planeta.
Que siga lloviendo.