Me he llevado estos días la misma amarga sorpresa que muchos ciudadanos cuando al acudir a un supermercado me encuentro de repente que se ha incrementado sustancialmente el precio de productos de consumo básico.
Es esto lo que ha sucedido con el valor de un litro de leche, por ejemplo, que he comprado recientemente a un precio determinado y de buenas a primeras ha aumentado en 0,09 céntimos el litro. Me refiero a un producto de una marca comercial considerada de buena calidad, pero no una de las más caras del mercado y es el caso que ha presumido de reducir el coste de su producto en Canarias. Lo mismo ocurre con el pack de botellas de agua, que de un día para otro sube en 0,06 céntimos la botella de 1,5 litros.
¿Qué ocurre? ¿Que tendremos que pagar más por un litro de agua o de leche que por uno de gasolina? Recuerdo que el combustible es opcional, puedes ponerlo o no, siempre hay alternativas, como pasear andando o utilizar la bicicleta; pero comer está claro que tenemos que hacerlo todos los días.
Y luego nos llegan los mensajes de los Gobiernos: que hay que ajustarse el cinturón o rascarse el bolsillo. ¿Qué bolsillo? Si tenemos los bolsillos rotos de tanto urgar en busca de ahorrar unos céntimos.
No me digan que desconocen la ruta del super. Sí, claro, es la que piensa. La que realizamos los hijos de vecino de un supermercado a otro para comprar un producto más barato aquí que allá. Los yogures los compro de la marca blanca de éstos y el aceite lo tienen más barato aquéllos de tal a tal día. Son mensajes que corren como la espuma, hasta el punto de que en alguna red social se popularizan mensajes del tipo: "Estoy en el super de la esquina, aprovecha que tienen promoción en macarrones, 2x1".
Así es y seguirá siendo. Lo peor es que si uno de estos comercios incrementa el precio de un producto, al poco tiempo el otro hace lo mismo para no perder dinero. No piensan en ganar clientes sino en que el contrincante se embolsa unos céntimos de más. Entre tanto, los consumidores seguimos haciendo la ruta con los bolsillos rotos, que dan pena.
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