En tiempos como éstos, en los que prima la velocidad y el capitalismo, donde todo el mundo corre y consume, no está nada mal dedicarle una reflexión a aquellos que no se preocupan tanto por las prisas que nos impone la sociedad y se permiten un momento para hacer disfrutar a los demás.
Voy a centrarme en un hombre que desconozco al escribir estas palabras. Se hace llamar "hombre anónimo" y es un señor, o eso creo, que cada semana dedica su tiempo libre a colocar en la ladera de una montaña una frase con la que hacernos sonreír, reflexionar o hacer un guiño a la cordura en tiempos de vertiginosa locura.
A la altura de la Cuesta de la Villa, en La Orotava, nadie que atraviesa la autopista deja pasar el mensaje con que nos sorprende el hombre anónimo. Unas veces cómico, otras veces profundo, conmemorativo y hasta sensual. Se acuerda de todos. No deja pasar fecha sin hacer referencia a un estado de ánimo que muchas veces coincide con el de los lectores del vistoso cartel.
Si miles de personas que avistan el mensaje, comparten una idea, esto es
una plataforma magnífica. Esto sí que es una red social, pero de usuarios motorizados.
A esto lo llamo yo calidad humana. Alguien que de manera totalmente generosa nos brinda unas palabras con las que comenzar el día y un tema en el que pensar, no puede ser menos que un mago, un artífice de sensaciones.
Los que estamos del otro lado, esperamos un nuevo mensaje. Felicidades por esta excelente iniciativa y por la dedicación. Hacer algo a cambio de nada no es una tendencia en nuestros días. Desde aquí, te manifiesto mi reconocimiento y mi admiración. Sólo una palabra: Gracias.
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