Ha llegado el otoño. Ahora sí, hoy que ha llovido, que huele a tierra mojada. He visto paraguas abiertos y charcos en las esquinas de las calles. Y el pensamiento de la infancia me ha invadido: las botas de agua, los chubasqueros...
A pesar de todo extrañaba el cambio de estación. Me invade el olor a uvas maduras, a vendimia. Cambia el paisaje, las paredes escurren agua por pocas gotas que hayan caído y la gente corre huyendo para evitar mojarse. Las calles húmedas, vuelven a escena las botas y bufandas y los vaqueros regresan para quedarse.
Me vuelvo nostálgica, pero son tiempos de reunión, de más acercamiento a la familia, que se sientan a la mesa para compartir guisados y pucheros. Se encienden las chimeneas y nos acurrucamos a ver la tele arropados en una manta.
Que ha vuelto, que ya está aquí el otoño. Rebelde a la fecha que marca el calendario, llega cuando quiere.
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