Hoy quiero hablarles de mujeres. No de cualquier banalidad, sino de la extraordinaria capacidad que tienen las mujeres para desarrollar multitud de actividades casi sin despeinarse y sobre todo, sin quejarse.
Dirijo la mirada a mujeres madres, trabajadoras, comprometidas, con responsabilidades sociales y con tiempo para dedicarle a la familia y a las tareas domésticas, aún haciendo un huequito para el ocio. Parece que viven en otro planeta, que no se rigen por nuestro sistema horario, pero existen. Son una realidad y todos las conocemos.
Mujeres extraordinarias, que se han formado para dejar atrás una sociedad marcada por el patriarcado y el machismo. Son médicos, abogadas, profesoras... Son personas fuertes, con iniciativa, con poderío, capaces, que han rebasado el modelo de sus madres y son un ejemplo magnífico de superación y voluntad. Son aquéllas que trabajan a diario, llevan la organización del hogar, el cuidado de los familiares y, aunque están sometidas a mucha presión, son extraordinarias en su labor profesional.
Con este peso a sus espaldas, están dispuestas a ponerse dos tacones, ponerse guapas y decirle al mundo que están aquí y que van a seguir luchando. Por eso manifiestan una conducta excelente y admirable y van a sentar el paradigma para futuras generaciones, que seguirán sus huellas.
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