Siento impotencia, siento rabia e indignación al ver que La Palma se quema. Un incendio ocasionado por una imprudencia está acabando con la riqueza de la isla bonita. Me duele en el corazón. Lamento las evacuaciones de miles de vecinos y me apena la muerte del operario forestal ejerciendo su trabajo.
El fuego quema los árboles, arrasa vegetación, la fauna y toda la riqueza forestal que alberga un paraíso como la isla. Las altas temperaturas no están ayudando a la extinción y parece que no podamos correr peor suerte. Contando con los recursos personales y materiales de todo el archipiélago y ayuda externa aún se hace infructuosa la lucha contra las llamas.
Qué lástima. Sucesos como éstos pueden ocurrir. A quienes amamos nuestro territorio nos duele y quienes vienen a conocer nuestro paisaje sufrirán también una pérdida.
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