La incidencia de las redes sociales y su carácter audiovisual han determinado un cambio sustancial en nuestra manera de actuar y nuestro comportamiento. Además de la constante publicación de aspectos privados, en mayor o menor medida y siempre bajo la responsabilidad del usuario, han significado que estemos al tanto de la evolución de las vidas de nuestros prójimos.
En el uso personal que hago de ellas distingo Facebook como la primera conocida y la más popular, Twitter como más noticiosa e Instagram como un álbum gigante de colección de momentos. Me detengo en esta última porque creo que la captación de la instantánea ha variado para todos en las últimas décadas. Cuando antes retratábamos una reunión familiar con las cámaras a carrete, ahora nos detenemos ante una flor, una manzana o una nube tras el teléfono móvil.
Creo que ha hecho variar nuestro concepto de la fotografía y en cierto punto ha podido despertar la creatividad y desviar la atención ante elementos comunes o sutiles. Todo a nuestro alcance y prácticamente sin límites. Obviamente distingo el trabajo de los profesionales de la imagen, pero la comodidad del acceso ha incitado en muchos la curiosidad y la atracción por las pequeñas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario