miércoles, 13 de junio de 2018

Me duele

Estos días, sin duda alguna, han sido bastante activos mediáticamente. Recibimos conmovidos la negativa del reciente Gobierno italiano a recibir en sus costas a los 629 inmigrantes que se acercaban a su territorio a bordo del Aquarius.

El español, otro Gobierno que se acaba de componer, dio el sí a la recepción de quienes solicitan que les abran fronteras, los brazos y el corazón. Hasta aquí una acción lógica, tolerante, una respuesta activa que deja en paños menores a la Europa moderna y a muchos de sus dirigentes, que no han movido un dedo.

Lo que no me explico es cómo hay gente que puede desear que no se les reciba ¿Con qué criterio? ¿No es una situación similar a la que sufrieron miles de españoles que tuvieron que huir acuciados por una cruenta Guerra Civil? ¿Es que sus vidas valen menos que las nuestras? Me duele esa discriminación, ese racismo, esa falta de solidaridad.

Luego están los que han increpado a quienes apoyamos su recepción diciendo: "que los metan en sus casas" o que "para eso no se pagan los impuestos". Qué lástima. Quería creer que habíamos avanzado como sociedad, pero estas manifestaciones me hacen pensar que arrastramos demasiado primitivismo. Necesitamos lecciones de fraternidad en vena, de respeto, de empatía. Y ojalá lo aprendamos todos muy rápido, porque no siempre hay segundas oportunidades.

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