Octubre. Te tildé de novelero desde que empezaste y no me equivocaba. Estrené tu primer día de zambullida en la playa, pisando cantos calientes, y antes de acabar, has hecho hueco a una tormenta, que irrradió en mis adentros.
Me has dado tiempo a soplar las velas. Has sembrado en mí la nostalgia. Me has hecho cautiva de los libros y presa de ilusiones. Me he emocionado con la sonrisa de niños y me has acercado el arte de la mímica y el frescor de un estanque sembrado de nenúfares.
No quiero que te vayas y te despediré a la sombra del candil. Esperando a que vuelvas con tu olor a vendimia y los pájaros posados sobre los cables esperando a que escampe. Eléctrico, inapacible. Otoño de octubre.
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