Estoy segura de que conocen a algún titulado universitario o de formación superior que se encuentra en busca de empleo o que se halla desempeñando un trabajo de baja cualificación. Lo sé porque éste es el caso de miles de españoles que vivimos día a día con la esperanza de llegar a ser mileurista y conseguir un empleo, aunque no llegue a ser el que esperábamos ejecutar según los estudios que realizamos.
Ya he hablado en mi blog de la fuga de cerebros. Y es que España ofrece formación a multitud de estudiantes que luego el sistema laboral no puede absorver para ofrecerle un puesto de trabajo acorde a su titulación. Es por esto que todos conocemos a un médico que ha trabajado como obrero o a un ingeniero que se pasa los días sirviendo mesas.
Me pregunto si nadie ha pensado en el grado de frustración que puede ocasionar esto en jóvenes preparados. Si acaso quieren que alguien se lo explique, pueden empezar por mí misma, me ofrezco voluntaria. Y luego pueden continuar por los millares de titulados que engrosamos las listas del paro.
¿Es ésta una generación perdida? Somos jóvenes a los que nuestros padres nos han permitido la posibilidad de estudiar para acceder a mejores trabajos de los que ellos han acometido. ¿Y ahora qué? ¿Quién nos ofrece ese empleo que tanto ansiamos?
Cuando las esperanzas se derrumban, ¿a qué aspiramos? Le daré mi respuesta particular. "A lo que sea", una de las frases más repetidas de estos tiempos. No me importa trabajar de dependienta, de vendedora o de cajera. Pero no estoy de acuerdo con tener que ocultar mis estudios para optar a uno de estos puestos. Lo que pienso que deberían hacer los empresarios que reciben el currículum es valorar que una persona con titulación superior está dispuesta a desempeñar cualquier puesto. Pero ¿por qué esconder las carreras que tanto esfuerzo nos han costado?
Aquí le hago constar mis impresiones porque aunque a veces tenga ganas de desistir, lucharé porque no creo que tengan que calificarnos de "generación perdida". Con trabajo hallaremos la solución, como siempre hemos hecho.
Ya he hablado en mi blog de la fuga de cerebros. Y es que España ofrece formación a multitud de estudiantes que luego el sistema laboral no puede absorver para ofrecerle un puesto de trabajo acorde a su titulación. Es por esto que todos conocemos a un médico que ha trabajado como obrero o a un ingeniero que se pasa los días sirviendo mesas.
Me pregunto si nadie ha pensado en el grado de frustración que puede ocasionar esto en jóvenes preparados. Si acaso quieren que alguien se lo explique, pueden empezar por mí misma, me ofrezco voluntaria. Y luego pueden continuar por los millares de titulados que engrosamos las listas del paro.
¿Es ésta una generación perdida? Somos jóvenes a los que nuestros padres nos han permitido la posibilidad de estudiar para acceder a mejores trabajos de los que ellos han acometido. ¿Y ahora qué? ¿Quién nos ofrece ese empleo que tanto ansiamos?
Cuando las esperanzas se derrumban, ¿a qué aspiramos? Le daré mi respuesta particular. "A lo que sea", una de las frases más repetidas de estos tiempos. No me importa trabajar de dependienta, de vendedora o de cajera. Pero no estoy de acuerdo con tener que ocultar mis estudios para optar a uno de estos puestos. Lo que pienso que deberían hacer los empresarios que reciben el currículum es valorar que una persona con titulación superior está dispuesta a desempeñar cualquier puesto. Pero ¿por qué esconder las carreras que tanto esfuerzo nos han costado?
Aquí le hago constar mis impresiones porque aunque a veces tenga ganas de desistir, lucharé porque no creo que tengan que calificarnos de "generación perdida". Con trabajo hallaremos la solución, como siempre hemos hecho.
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