martes, 12 de febrero de 2013

Prioridades

Hoy en día, y como fruto de la situación socioeconómica que vivimos, se ha vuelto frecuente que tengamos que elegir, tomar deciciones, aceptar y descartar propuestas en el día cotidiano. Desde la marca de detergente que consumimos hasta las medidas de ahorro que han llegado a todos los hogares en mayor o menor magnitud, estamos marcando prioridades.

Es lógico priorizar unas cosas y darle más importancia a aquellas rutinas y actividades que son esenciales. Lo importante es que hemos tenido que negar. Hemos dicho no al gasto en determinadas acciones. Ahora los españoles no comen fuera de casa con tanta asiduidad, ni realizan actividades de ocio que impliquen un gran consumo de dinero.

Hoy escuché el testimonio de un hombre al que embargan su vivienda y hablaba de prioridades. Para él lo primero es su casa. Comenta que la comida se la pueden suministrar sus familiares y si no tiene coche se puede desplazar de otra manera. Pero la vivienda es un bien primordial. Para empezar, es un derecho.

Pues ese derecho parece que no se respeta. Casi a diario somos cómplices de multitud de desahucios. Miles de personas que se han visto sobrevenidas por una situación económica más que adversa y que luchan simple y llanamente por sobrevivir. Resulta que si no pagan la cuota correspondiente a su vivienda los echan a la calle, les convierten en mártires de la financiación del cemento y el ladrillo con el que construyeron sus hogares.

Y si se trata de priorizar uno se queda con lo básico, con lo mínimo. Con lo que el derecho aguarda para cada ser: la comida, la vestimenta y un lugar donde residir. Un cobijo. Que no hablamos de chalets en primera línea de mar ni de segundas residencias.

La vivienda, que es lo primero, se ha convertido en lo último. Sólo esta semana se han suicidado varias personas en España en proceso de desahucio. La entidad bancaria, amparada por el poder judicial, les despoja de lo que tienen para dejarlos sin nada. Y luego hablamos de prioridades... No sólo los caracoles van con la casa a cuestas.




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