lunes, 2 de diciembre de 2013

Truenos

Últimamente, cada vez que se aproxima una tormenta a Canarias las autoridades no tardan en declarar la alerta meteorológica. Tras la terrible Delta y sus nefastas consecuencias, todo son prevenciones.

Pero una cosa lleva a la otra y apenas caen unas gotas y ya todo el mundo está con el miedo en el cuerpo. La declaración oficial del tiempo adverso, seguido de la suspensión de clases escolares y la imprescindible recomendación de cuidado al volante son más que habituales en las pocas épocas de lluvia intensa que tenemos en las islas.

Está bien prevenir y estar informado, pero considero excesivo que se decrete una situación como más grave de lo que es. Que llueva es normal en otoño e invierno y que corra el agua pluvial por los barrancos no es una epopeya, puesto que es la mera función natural que tienen.

Como tenemos poca costumbre, creo que es hasta lógico el asombro, pero no me parece adecuado dejar de trabajar o de acudir a los centros educativos. Cierto que las carreteras se colapsan cuando llueve, que nadie quiere mojarse, pero existen los paraguas, las botas, los guantes, los gorros, los anorak. No llevamos bien el frío. Y no digamos si hay truenos o si deja de funcionar el abastecimiento eléctrico. Eso ya es otro cantar.


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