viernes, 8 de agosto de 2014

El prójimo

El ébola ha hecho saltar todas las alarmas. Lleva meses matando a cientos de personas en África, pero cuando se ha contagiado un español al que trasladan a nuestro país para asistirle se ha comenzado a hablar del virus. Ahora nos interesa, existe el miedo al contagio y hasta se ha llegado a preguntar quién sufragaría los gastos de la repatriación del religioso. Considero inaudito que importe más cuánto cuesta y quién lo paga que si el señor Pajares va a salvar su vida y si los protocolos de actuación surtirán efecto adecuadamente.

Estos días han proliferado mensajes en las redes sociales diciendo que miramos al continente vecino porque el ébola se contagia, cuando llevan décadas muriendo de hambre y nadie ha puesto el grito en el cielo. Lo mismo ocurre con Gaza. Han muerto muchos niños y las imágenes de la tragedia nos hacen compadecer tanta desgracia.

Sin embargo, ¿sabemos sentir pesar por los problemas de nuestros vecinos, o de aquellos que sufren cada día la tragedia del hambre, del paro, de la discriminación cerca de nosotros? ¿Sentimos lástima por las personas que piden una limosna a las puertas de una iglesia o en un semáforo?

Donamos dinero ante una gran crisis humanitaria como sucedió en Haití hace unos años pero evitamos la mirada a quien pide dinero. Estamos condicionados por lo que que conocemos a través de los medios de difusión y no somos capaces de mejorar la vida de nuestros prójimos, aquellos que agachan la cabeza cuando solicitan ayuda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario