Es innegable que todos recibimos influencias de las personas que viven en nuestro entorno, desde nuestros familiares hasta nuestros compañeros de estudio o de trabajo, nuestros amigos,etc. El desarrollo de vivencias en conjunto va haciendo de nosotros seres que, relacionándonos, aprendemos y copiamos actitudes y desechamos otras que nos parecen inadecuadas.
Me refiero a la influencia como un mero patrón social, el problema es cuando se emplean las relaciones para favorecer a terceros, menospreciando a quien no cuenta con ese trato de favor. En las empresas, en la política y en la vida diaria todos conocemos casos de enchufismo, donde prevalece la amistad y la recomendación en lugar de las capacidades necesarias para emprender el cometido determinado del que se trate.
En las más altas esferas de la vida pública parece haber existido un desfile de influencias vestidas con traje de etiqueta. El intento de destituir al juez Ruz, la dimisión del Fiscal General del Estado o la imputación de la Infanta Cristina han estado salpicados por cierto beneficio político que ha hecho saltar las alarmas mediáticas y poner en alerta a los ciudadanos. Cuando algo sale más allá de los cauces institucionales comunes, se da a entender que no se ha procedido con la normalidad que se le presupone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario