lunes, 23 de mayo de 2016

Pequeñas lecciones

Quienes estamos en contacto con niños, podemos afirmar que cada día aprendemos algo de ellos. Se trata de pequeñas lecciones que nos dan a diario y de las que a veces no somos conscientes.

Sin duda, los pequeños son maestros en sinceridad, en espontaneidad y en alegría. No son amigos de formalidades y disfrutan y nos hacen disfrutar de los momentos triviales, pero que son muchas veces la mayor riqueza.

Las risas, los guiños, comer con las manos, cantar en el coche, la plastilina... son elementos que pueden entrañar felices circunstancias, o no tanto. Pero debemos admitir que nos enseñan a perder la rigidez y el encorsetamiento social que nos es impuesto y a ser partícipe de los juegos, de la más tierna infancia y de la naturalidad más allá de la aprobación. Despatarrarse en el sofá, llenar la bañera y jugar con el agua, soñar con los ojos abiertos y no dejar de ser un niño. Quiero aprender eso, asimilarlo y que forme parte de mí. No perder la ilusión, sin que esté reñido con la responsabilidad. Conservar la esencia, que es lo que nos hace lo que nosotros somos.

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