Esta semana leía el titular de una noticia que decía que entre las mujeres que mueven el mundo se ha reconocido a tres españolas: una política, una madre coraje y una deportista de altura. Y no pude evitar hacer un comentario al respecto en la red social.
Es que no pienso que Soraya Sáenz de Santamaría, por nombrar a una de ellas, mueva el mundo. Simplemente hace su trabajo. Que lo que hace tenga una relevancia pública es normal, porque es una representante política y los medios de comunicación atestiguan cada suspiro que da. Pero tengo que apuntar que mi madre, mi abuela o mi hermana son mujeres que también mueven el mundo. Su mundo, lógicamente; mi mundo.
Surge la polémica de si celebrar o no la fecha del 8 de marzo para honrar a la mujer trabajadora. Unos están muy a favor y otros se plantean que no debería existir esta fecha para elogiar el trabajo de la mujer. Yo no la celebro, la conmemoro. Porque creo que hemos vivido siglos de subordinación, de sumisión, de desigualdad y de silencio. Y a quien no le guste que no mire.
No me refiero a salir a la calle con una pancarta abogando por los derechos sociales de la mujer el 8 de marzo, porque podría hacerlo todos y cada uno de los días del año. Pero me siento satisfecha de ser mujer y poder conmemorar esta fecha. Hoy que la mujer trabaja, elige si tener hijos o si no, si casarse o estar soltera, y puede decir que "NO" y que "SÍ" a muchas decisiones cotidianas que incumben a su vida y de quien es ella la dueña.
Yo digo que SÍ a vivir en este tiempo y no en los años que la familia era gestora de la vida de la mujer, especialmente la figura paterna. Cuando decidían cuándo y con quién debían casarse y luego el testigo pasaba al marido, que elegía cuántos hijos tener y hasta qué servir a la mesa. Celebro vivir hoy, pero recuerdo que desgraciadamente millones de mujeres en el planeta viven aún bajo ese yugo de sumisión.
Hoy lo más común es que la mujer se forme en la profesión que ha elegido a su voluntad. Trabaja, limpia, cocina, plancha, lee, conduce, ríe, llora, cuida, besa, juega y, sobre todo, es libre. Porque muchas de estas cosas no siempre las pudimos hacer, hoy es un día para celebrar y alzar la cabeza orgullosa de ser mujer. Y a quien no le guste que no mire.
Es que no pienso que Soraya Sáenz de Santamaría, por nombrar a una de ellas, mueva el mundo. Simplemente hace su trabajo. Que lo que hace tenga una relevancia pública es normal, porque es una representante política y los medios de comunicación atestiguan cada suspiro que da. Pero tengo que apuntar que mi madre, mi abuela o mi hermana son mujeres que también mueven el mundo. Su mundo, lógicamente; mi mundo.
Surge la polémica de si celebrar o no la fecha del 8 de marzo para honrar a la mujer trabajadora. Unos están muy a favor y otros se plantean que no debería existir esta fecha para elogiar el trabajo de la mujer. Yo no la celebro, la conmemoro. Porque creo que hemos vivido siglos de subordinación, de sumisión, de desigualdad y de silencio. Y a quien no le guste que no mire.
No me refiero a salir a la calle con una pancarta abogando por los derechos sociales de la mujer el 8 de marzo, porque podría hacerlo todos y cada uno de los días del año. Pero me siento satisfecha de ser mujer y poder conmemorar esta fecha. Hoy que la mujer trabaja, elige si tener hijos o si no, si casarse o estar soltera, y puede decir que "NO" y que "SÍ" a muchas decisiones cotidianas que incumben a su vida y de quien es ella la dueña.
Yo digo que SÍ a vivir en este tiempo y no en los años que la familia era gestora de la vida de la mujer, especialmente la figura paterna. Cuando decidían cuándo y con quién debían casarse y luego el testigo pasaba al marido, que elegía cuántos hijos tener y hasta qué servir a la mesa. Celebro vivir hoy, pero recuerdo que desgraciadamente millones de mujeres en el planeta viven aún bajo ese yugo de sumisión.
Hoy lo más común es que la mujer se forme en la profesión que ha elegido a su voluntad. Trabaja, limpia, cocina, plancha, lee, conduce, ríe, llora, cuida, besa, juega y, sobre todo, es libre. Porque muchas de estas cosas no siempre las pudimos hacer, hoy es un día para celebrar y alzar la cabeza orgullosa de ser mujer. Y a quien no le guste que no mire.
Sin duda, compañera mujer, compañera de vida. Yo también celebro la mayor libertad de la que muchísimas y cada vez más mujeres disfrutamos.
ResponderEliminarSin embargo, este sistema patriarcal, donde prima la competitividad, horarios inflexibles y lineales no son, ni por asomo, justos con la mujer.
Cada vez más mujeres entramos en la esfera laboral, y nos igualamos a los hombres en oportunidades y derechos. Pero lo hacemos en un sistema que no respeta nuestra naturaleza femenina y cíclica, que, creo yo, beneficiaría mucho a la sociedad y a nuestra historia, la de la humanidad.
No nos quedemos únicamente en celebrar que hoy en día la mujer trabaja, porque muchas veces lo hacemos a costa de sacrificios en nuestra vida privada y alienadas y explotadas por el sistema capitalista (como el hombre).
De poco para acá me planteo porqué si hay el doble de mano obrera, tras la incorporación de la mujer al trabajo, no gozamos, tod@s, del doble de bienestar.
Celebremos, sobre todo, que podemos gestar el cambio, porque podemos gestar a la humanidad entera. Y que lo hacemos como mujeres, día a día, ciclo tras ciclo, luna tras luna, con nuestra femineidad abanderando nuestras reveindicaciones... Como lo hicieron nuestras madres, nuestras abuelas y cada una de las mujeres que nos precedieron...
Porque somos la mitad de la población mundial y las madres de la otra mitad...