lunes, 10 de noviembre de 2014

Medirse

En una sociedad competitiva, compararse con los demás es natural, pero querer superarlos es un reto que muchos se proponen día a día. Las exigencias sociales hacen que no sólo se luche por ser el más delgado, el más guapo, sino también el que más viaja, o el que se saca más fotos felices y las cuelga en facebook.

Pero en realidad ser competitivo no supone una recompensa. Estar formado, titulado, dominar los idiomas, etc. no garantiza que logres un puesto de trabajo antes que alguien que no lo tiene. Las influencias y la agenda de contactos paracen prevalecer ante la preparación.

El ritmo de vida se convierte en agónico. Cada vez hay que estar más "a la última", hay que saber hacer de todo para no acabar haciendo nada. Conducir, hablar otras lenguas, dominar las nuevas tecnologías, ser educado, estar titulado, tener don de gentes, buena presencia física, habilidades profesionales y otra ristra  de tantas otras aptitudes.

Estas pretensiones hacen que nos midamos con otros emejantes, que nos comparemos, y no siempre acabaremos perdiendo. Tal vez poseamos otras muchas destrezas que el contrario no domina ¿Qué hay de la honradez, la responsabilidad y la aplicación en el trabajo? Vaya, que eso no se valora, más vale jugar bien al Monopoly, seguro que será más práctico.

1 comentario:

  1. Y luego está la agonía mayor de no saber qué es lo "último" que debes dominar, qué saberes y conocimientos se supone que quieres adquirir...Y nos engañamos, el cambio se hace en la superficie y se aparenta lo que se quiere que se aparente, se utilizan "palabros" nuevos para los conceptos de siempre y afirmarmos ante cualquier otro competidor. Correr, correr, trepar y no saber a dónde hay que ir, a dónde queremos llegar.

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