Para empezar la semana conocemos que la Agencia Tributaria ha tratado las donaciones del Partido Popular como si de una organización no gubernamental se tratara y equipara los movimientos financieros de la entidad política a los de Cáritas.
Bueno, apaga y vámonos. Que se le concedan privilegios fiscales a una organización pública y que pasen por alto miles de euros que debían ser declarados no es sólo una aberración, sino que cuando se le exige al ciudadano, que no hace más que pagar impuestos, y se le mira con lupa hasta el último céntimo, hablamos de una vara de doble rasero.
Hablaré de una circunstancia personal. El año pasado hice la declaración de la renta, cuyo resultado era la devolución a mi favor de unas decenas de euros. Otra persona acudió a las oficinas de la Agencia Tributaria el mismo día que yo y obtuvo el ingreso de su devolución en un plazo aproximado de una semana. Sin embargo, yo tuve que esperar casi dos meses para ver en mi cuenta bancaria los dichosos euros. Mi explicación a esta circunstancia es el detallado análisis que hicieron de mi situación tributaria tras estar en desempleo y cobrar un trabajo que desempeñé de muy poco valor, que no objetaba tributación y cuya existencia conocían explícitamente.
Pues no. El eslogan no me lo trago, no todos. Hacienda somos los contribuyentes, a los que desangran a impuestos y a los que nos hacen una auténtica inspección de ingresos y de bienes; mientras que hay quien se salta el control sin miramientos y encima con el beneplácito de la entidad pública estatal que dice controlar a todos los españoles. Resulta ser que no, a todos no.
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