¿Aún no lo has visto? Es increíble. Es de lo que habla todo el mundo. Miles y miles de "me gusta" y contenidos retuiteados por multitud de seguidores de unos y otros. Es el mundo de las redes, un entretejido virtual, social y de un alto componente sociológico, sin duda.
Historias triviales han cobrado un protagonismo desmesurado, que no se entendería fuera de este contexto. Me remito, por ejemplo, al caso del famoso vestido del que todo hijo de vecino examinó su color. Hasta conocemos vocabulario propio del uso de las redes sociales, como "hacerse viral". Multitud de vídeos o fotografías han logrado reproducirse masivamente en un corto período de tiempo.
Por otro lado, están los "memes" o bromas que ridiculizan personajes o situaciones. Seguro que habrá visto al pequeño Nicolás haciendo de las suyas en algunas fiestas patronales o un montaje de la embarcación de la Virgen del Carmen en la misma plaza del Charco tras las lluvias invernales. De verlo no se libra nadie, porque si no lo ve mediante las redes, algún conocido se asegurará de hacérselo llegar por WhatsApp.
Estamos inmersos en las redes sociales, atrapados. Si no publica información propia, aparecerá en etiquetas de amigos hasta en las imágenes más insospechadas. El derecho y el respeto a la privacidad se convierten casi en una utopía. Y son gratuitas, sí, pero vaya negocio. La información mueve el mundo y lo que entra en la red es para quedarse.
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