En la etapa de la adolescencia o la juventud apenas nos preocupamos por cuestiones más allá de los estudios, los amigos, el ocio y las relaciones sociales. Una vez se alcanza la treintena se supera un límite. Es ya cuando se presupone que se ha consolidado la vida, se ha superado la etapa estudiantil y se ha alcanzado la madurez. A esta edad se plantea la vida independiente y la paternidad o maternidad.
Todo este contexto se fragua en el segundo milenio de la era cristiana. Ni que decir tiene que sólo unas décadas antes este proceso había concluido a los 19. Pues bien, hoy la edad es mucho más limitante que hace unos años. Es una odisea encontrar trabajo superada la treintena. En las mismas ofertas de empleo se requiere a jóvenes preparados y polivalentes que no superen los 25.
Hoy con 30 años tienes mucha edad pero poca experiencia. No tienes descendencia porque la vorágine social en la que estás inmerso te ha permitido simplemente formarte para luego no absorverte en el ámbito laboral. Tienes pocas expectativas en el terreno económico, tanto así que la independencia financiera más que un deseo sería un milagro.
Tampoco es cuestión de verlo todo negro. Hay unas luces que iluminan tu camino. Son las velas de la tarta de tu próximo cumpleaños ¡¡ A soplar!!
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