El común hábito de dejar las cosas para otro momento se denomina procrastinación. Todos somos procrastinadores, en unas u otras tareas. Hay a quien se le hace pesado planchar, cocinar o hacer ejercicio.
Solemos posponer las actividades tediosas o que no nos apetece acometer. En muchos casos, esa postergación se llega a convertir en la acumulación de tareas pendientes y que nunca llevamos a cabo. De hecho, aplazar las actividades puede convertir la labor en mucho más ardua y difícil de realizar.
Los expertos en Gestión del tiempo recomiendan no dejar que las tareas lleguen a convertirse en urgentes o bien efectuarlas en pequeños plazos, de modo que a pesar de que no nos gusten, se harán más llevaderas.
La técnica Kaisen, término que procede del japonés, profundiza en este último aspecto. Se traduce por "mejora continua", puesto que al dividir un propósito en pequeñas partes, lograremos su consecución con menos esfuerzo del que nos planteaba al comienzo.
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