Después de conocer el popular caso de Nadia, una pequeña paciente de una enfermedad rara cuyos padres han defraudado a quienes donaron dinero para su tratamiento, destinándolo a fines totalmente ajenos a la recuperación de su hija, todos nos hemos cuestionado cómo han sido capaces.
Es un caso insólito y lamentable, donde los afectados además de la niña, son las miles de personas que accedieron a su historia mediante los medios de comunicación e hicieron entrega de un donativo económico. Probablemente muchos han hecho sacrificios para colaborar con esta buena causa, que resultó no ser tan solidaria ni tan noble como se pudiera pensar al principio. Se ha afirmado que Fernando Blanco, el progenitor de Nadia, tenía antecedentes por estafa y ahora la Justicia investiga si se trata de su verdadero padre biológico.
Lo que realmente me planteo es de qué manera unos padres pueden sacar partido de la enfermedad de su hija para beneficiarse de manera lucrativa y deshonrosa. Del total de la cantidad recaudada, que ascendía a miles de euros, sólo se ha demostrado haber invertido menos de 300 en un tratamiento para la pequeña y el número de cuenta destinado a la recaudación para tratar la enfermedad de la niña ha tenido movimientos bancarios con una procedencia bien distinta.
Por desgracia, es una realidad que existen casos de niños que padecen enfermedades y que necesitan de nuestra ayuda. Así que espero que no paguen justos por pecadores y que nuestra solidaridad no halle en esta historia término.
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