Me he dado cuenta de que es bastante común entre mujeres de cierta edad referirse a cualquier plan, cita o evento con la apostilla de "si Dios quiere". Me resulta tierno y sencillo, pero es cierto a la vez.
Llámenlo Dios, destino o fuerza sobrenatural. Cuando las cosas esenciales y verdaderas están en peligro y uno no puede hacer nada para remediarlo, sólo nos queda esperar, confiar o rezar. Cada uno según su creencia.
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