En la reciente Semana de la Moda de Nueva York salieron a desfilar modelos de las denominadas tallas grandes. Son chicas nornales, guapas, con suficiente pecho como para rellenar un sujetador, que tal vez alcancen la talla 40 o 42. Me pregunto quién ha determinado que son gordas.
Personalmente, estas chicas me parecen más sensuales y atractivas que las modelos delgadísimas, pálidas y escuálidas que dominan las pasarelas, que son paradigma de las grandes marcas, que se supone que son las que marcan tendencia y a las que muchas jóvenes quieren imitar.
Vivan las gorditas. Las mujeres con personalidad, capaces de marcar sus curvas, de vestir con elegancia y decirle al mundo que son guapas y son diferentes. Vivan las que se ponen zapatos de tacón y escote. Tener más peso no les hace ser menos mujer, ni menos coqueta, sino justamente lo contrario.
Hago una mención aparte a la industria textil, que comercializa tallas irracionales y dispares, de forma que en unas prendas puedes llevar la S y en otras la XL. No sé a qué esperan para comercializar un tallaje adecuado y luchar únicamente por realzar la belleza femenina, sea del tamaño que sea.
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