jueves, 7 de septiembre de 2017

Hijo de

Hay muchas personas que se crecen y les gusta verse distinguidas por su clase, su cargo o su estatus social. Dígase conde, alcalde, presidente, señoría o don. En numerosas ocasiones ponen delante su categoría vayan a donde vayan y ese rango, aparte de dignificarles, les supone muchos beneficios institucionales y sociales.

Todos somos hijos de nuestro padre y nuestra madre. En el documento nacional de identidad no se menciona que seas el accionista principal de una compañía o el presidente de una aerolínea. Eres el hijo de Antonio y Juana o de Pedro y Sofía, como el resto de españolitos de a pie.

Para la gente sencilla y llana esto no conlleva mayor significación, pero en ciertas esferas políticas y económicas la clase abre muchas puertas.

En mi sincera y humilde opinión prefiero a los hijos de fulanito y fulanita, que consiguen sus éxitos por su propio mérito,  sin ningún empujoncito ni golpecitos en la espalda.

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