domingo, 6 de mayo de 2018

Fotos de estudio

Este fin de semana vi en una playa a una niña vestida de comunión realizándose una sesión de fotos. El contraste entre el vestido blanco y la arena negra volcánica es precioso y las fotografías en un entorno natural quedan espectaculares. La niña jugaba en la orilla, corría y movía su vestido mojando el bajo con el movimiento de la marea. Yo sólo pensaba en cuánto le costaría la tintorería para adecentarlo.

Recordé la diferencia con las fotografías de mi comunión. Hace unas décadas la sesión fotográfica se hacía en un estudio posando con diferentes objetos, entre ellos una manida paloma, muy recurrente. El fondo era un paisaje que se disponía en la parte trasera a modo de cortina. Se posaba con uvas, una cruz, una Biblia dorada, etc. Lo peor era que la instantánea pasaría años colgada en el salón de casa con la cara de niña buena.

Las bodas también han salido a la calle. Se ha innovado, se ha pasado de los jardines a sacarse fotos modernas, con novias con un vestido pomposo y unos tenis rojos, o la pareja tumbada sobre un tronco en medio de un bosque...

Me encanta el cambio. Me gusta lo fresco, lo natural y aplaudo que se haya renovado la fotografía, porque es un arte que atrae y que ha pasado del mero postureo a captar cualquier instante sencillo, cotidiano y natural. Obvia es la mención a los filtros que nos ofrecen distintos programas y que han hecho de la fotografía un campo con mucho interés y también con bastante intrusismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario