Hablando con personas con las que habitualmente he coincidido durante un período de tiempo, han comentado los regalos que recibían en el día de Reyes cuando eran niños. Aquellos que ya cuentan decenas describen las muñecas de cartón que les regalaban en los años cincuenta o las naranjas y golosinas que repartían Sus Majestades por aquella época.
Una mujer de menos edad contó en voz alta y con la mirada hacia el suelo que siempre esperaba entre sus regalos una bicicleta. Todos los años se presentaba con la misma ilusión, pero el tan ansiado juguete nunca llegó. Ella justifica que eran muchos hermanos y que sus padres no podían complacerlos en todo, porque no tenían mucho dinero. Aún así, siempre anheló la bicicleta y jugaba con las que les habían traído los Reyes Magos a sus amigos y vecinos.
Hoy, una noche mágica para los pequeños, habrá niños que seguirán soñando con juguetes o regalos que no obtendrán porque, por desgracia, la situación económica se ha revertido. Hoy son muchos los padres que no pueden ver complacidos a sus hijos porque no tienen dinero apenas para subsistir y mucho menos para comprar juguetes.
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