Un minuto. Sólo uno. Un minuto para olvidar la discordia y dar paso a la tolerancia. Un momento para que triunfe la libertad de expresión. en todo momento y en todo lugar, porque todos vivimos a diario situaciones que no nos gustan o de las que no somos partidarios, pero a las que podemos responder simplemente con respeto, más allá de cualquier lucha u oposición pacífica.
Un instante para recordar a los profesionales cuyo trabajo es denunciar mediante la sátira o el cinismo escenas cotidianas que suceden en la vida de cualquier ciudad. Mi respeto y mi homenaje en estas palabras, porque mi dedicación, igual que la suya, consiste en la expresión, en la comunicación y en la creación, aunque haya muchos que no compartan mi pensamiento.
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