Son días de Carnaval. Lo más propio es salir a la calle
ataviado con los atuendos más extravagantes y simpáticos. El ritmo lo marca la
batucada, la rumba y el tambor. Se pintan las caras, se colocan pelucas y se
utilizan accesorios: plumas, brillantes, sombreros…
La originalidad se ve en cada disfraz, en cada calle. La
perspicacia de la gente sale a escena en forma de crítica vestida de Carnaval.
Y aunque son menos, se siguen utilizando las máscaras, tan típicas de los
festejos del Carnal, las que ocultan la cara y dejan salir a escena la picardía
y el humor de quien se esconde tras ellas.
El baile se concentra en calles y plazas, que son un espectáculo
de gente, ritmo y color. Y sigue siendo como siempre. Hombres con barba y pelo
en las piernas se suben a unos tacones, se ponen pestañas postizas y se pintan
los labios. El lunes volverán a la oficina y será como siempre; o ya nunca será
igual, hasta el próximo Carnaval.
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