Desde hace años ha existido el intrusismo profesional en diferentes sectores, pero a medida que la crisis se ha acentuado, ha proliferado en mayor medida. Cualquiera capaz de conducir puede hacer las veces de un taxista y un buen tertuliano es capaz de suplir a un periodista o hacer de colaborador, como ahora los denominan.
Bien notorio es el caso de los taxistas del aeropuerto de Barajas que reclaman el daño que las aplicaciones móviles como Uber han realizado en este colectivo. Además, ahora y con la excusa de la situación económica que sufrimos, son muchos los conductores que emplean el coche compartido para trasladarse de un punto a otro. En este caso, Internet hace de intermediario entre transportistas y pasajeros.
En el ámbito de la comunicación, debo reconocer que existen muy buenos oradores y que no necesariamente deben ser periodistas o expertos en dialéctica. Sin embargo, argumentaré que el paso por las facultades de Ciencias de la Información permite el conocimiento de la ética y la deontología profesional, que no todos estos predicadores conocen. Hablar elocuentemente y decir lo que la gente quiere oír muchas veces sólo busca la creación de un perfil público individual y engrandecer la figura de quien articula esas palabras. No obstante, el ejercicio del periodismo ahonda más allá. El protagonismo lo logra la veracidad, la objetividad y el contraste de la información.
Que cada hijo de vecino sepa cocinar no significa que vaya a ser cocinero. Así que desde este punto encumbro y defiendo la formación para el empleo, lejos de ser elitista y simplemente reivindicando la preparación y la experiencia ( y poniendo a salvo pocas y contadas excepciones).
Otro colectivo profesional que sufre tremendamente esta afectación es el de los fotógrafos. Gracias a las aplicaciones móviles cualquiera dispara y cada vez se cuenta menos con los maestros de la imagen.
ResponderEliminarYurena.