lunes, 31 de octubre de 2011

Las dos caras

La realidad social española, como la de otros tantos países, tiene dos caras. La cara A y la cara B o como se las quiera denominar. De un lado se encuentran quienes no tienen empleo, no cobran subsidios ni prestaciones y del otro lado están aquéllos que derrochan sin miramientos, quienes le meten fundidas a la tarjeta de crédito para pagarse caprichos, comer manjares o realizar viajes de ensueño. Además, la crisis económica que sufrimos acentúa aún mucho más estas diferencias, que son claramente palpables.



Que la cifra del paro se aproxime a los cinco millones de personas es un dato muy preocupante para los gobiernos, pero quienes lo sufren son los protagonistas. Mientras esta ingente cantidad de españoles no ve solución a sus problemas diarios, hay otra relación de personas que tiene una vida bastante holgada. Son mujeres de ejecutivos y altos mandatarios que dedican su tiempo a realizar actividades de ocio, puesto que no desempeñan una ocupación laboral. Estresadas sesiones de gimnasio, largos paseos para ir de shopping acompañadas del chófer y tomar el aperitivo con las amigas son algunas de las citas de la apretada agenda de las buenas economías.

Un chalé con parcela y piscina en una urbanización de lujo se contrapone a un piso de escasos metros cuadrados con una hipoteca a varias décadas y la mirada puesta en el euribor y los tipos de interés. Son las dos caras de una realidad que vivimos en nuestro país. Hay miseria y hay lujo.

Muy frecuentemente conocemos el caso de una nueva familia desahuciada, que abandona a la fuerza su hogar, mientras en una boutique se encuentra alguna señora gastándose en zapatos y en ropa de firma tanto como le paga al mes a la sirvienta inmigrante que le atiende en su mansión. Éstas son las dos caras de la moneda: las caras de una economía con auténtica crisis de valores.

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