Desde que somos niños vamos aprendiendo a mejorar la función y la motricidad de nuestras manos. Empezamos agarrando objetos, luego pasamos a jugar en el patio dando palmas y cantando a coro algunas estrofas y más tarde hay quienes se convierten en verdaderos artistas gracias a lo que son capaces de construir manualmente.
Podría hablar de pintores, mecánicos o cirujanos, pero quiero referirme a unos creadores propios de mi tierra: los alfombristas de la Villa de La Orotava. Son ellos quienes cada año en conmemoración del Corpus Christi dan lugar a auténticas representaciones de arte efímero. Construyen escenas religiosas a enorme proporción, donde el lienzo es el suelo de la plaza del Ayuntamiento y miles de observadores son testigos de semejante obra cultural y patrimonial.
Las manos son las artífices de la creación del sentimiento y la emoción que transmite cada escena, construida con tierra volcánica como materia prima. Cada pliego del rostro y cada sutil matiz es conseguido por unas manos virtuosas y expertas, que son capaces de transmitir emociones y que año tras año son las protagonistas de esta expresión artística sin parangón alguno.
En este 2015 se plasma el motivo de la familia que recoge una obra de Juan Bautista Maino y que se ubicará en el tapiz central de la plaza. Ésta como otras temáticas no dejan de impresionar al espectador, dejando a un lado el concepto religioso. Para admirar el arte no hace falta tener más creencia que la mera disposición de apreciar la labor que construyen estas manos creadoras.
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