lunes, 2 de julio de 2018

La derrota

Tras un fin de semana de disputas futbolísticas en el Mundial de Rusia, varias selecciones reconocidas han caído, entre ellas la española. Los futbolistas han sufrido la derrota, pero también y sobre todo lo han hecho las aficiones.

Me ha llamado poderosamente la atención la manera de empatizar que tienen los seguidores. Desde niños hasta ancianos tienen la capacidad de emocionarse, de gritar, de que su corazón aumente la velocidad de las pulsaciones ante una jugada con posibilidades de triunfo, de llorar, y son la viva imagen del sufrimiento.

Me pregunto si millones de personas sufren porque su equipo pierde, por qué no existe ese sentimiento cuando pierde el ser humano a secas, sin millones en su cuenta bancaria. Qué motiva que no lloremos o se nos erize el bello cuando hay cientos de personas abandonadas a la deriva sin que ningún país se preste a recibirlos o cuando escuchamos el llanto aterrorizado de niños que han separado de sus padres.

Hoy, que debería ser un lunes cualquiera, el espacio mediático lo ocuparán los testimonios y comentarios sobre el partido, el acierto o no del seleccionador y las dudas sobre si seguirá al frente del equipo. Lo entiendo. El fútbol por desgracia mueve millones, pero otros hechos de la actualidad no deberían dejarnos ni pestañear y, sin embargo, no les prestamos asunto.

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