jueves, 22 de septiembre de 2011

Al hacerse mayor


Las personas suelen completar un ciclo vital que comienza con la niñez, continúa con la juventud, se desarrolla en la madurez y concluye con la vejez.

Quienes pertenecen a la tercera edad también llevan a cabo un progreso. En un primer estadio contemplan su evolución de la edad adulta a la senectud. En esta etapa son muy incidentes los padecimientos o enfermedades a veces propios de la edad. Cuando estos achaques van siendo más significativos muchas veces le ganan terreno a la relación familiar y se convierten en el principal problema de los ancianos.

Si ya no se disfruta plenamente de los ratos con la familia, sino que prevalecen los dolores o las indisposiciones, los mayores no son capaces de alimentarse por sí mismos ni de ocuparse de la higiene personal, la vida de los abuelos cobra otro significado y en muchas ocasiones se traduce en momentos de tristeza y depresión. El tránsito de llevar una vida autosuficiente a pasar a ser dependiente de las atenciones de algún familiar o de una persona que realice una asistencia social es difícil de asumir y conlleva situaciones de impotencia y frustración.

La edad va suponiendo la pérdida de algunas capacidades como la visión o el oído y también puede reparar en la ausencia de ganas de alimentarse o de ingerir líquidos. Éstas y otras situaciones hacen que los familiares presten más atención a sus mayores.

La Real Academia Española define la senectud como "la edad senil, el período de la vida que comúnmente empieza a los sesenta años". Hoy día una persona de esa edad no se considera una anciano ni mucho menos. Más bien ésta es la época en que las personas se van convirtiendo en abuelos, puesto que sus hijos procrean pasada la treintena. Dada la evolución de la medicina y la recomendación de hábitos saludables para conservar la buena calidad de vida, los mayores de hoy superan los ochenta años.

Los abuelos mientras gozan de buena salud constituyen un importante pilar en la vida familiar, ya que muchos se encargan del cuidado de los nietos, ayudan con las tareas del hogar, etc., pero cuando son ellos quienen requieren más atenciones muchas veces suponen un problema para sus familias. Se han hecho populares los casos de algunos mayores que han sido abandonados por sus parientes y han quedado desamparados. El por qué de estas situaciones suele responderse porque han dejado de ser "útiles" para sus descendientes y ahora necesitan cuidados especiales que sus familias no están dispuestos a prestarles.

Es importante reconocer que los mayores son los primeros en la unidad familiar que pasan por esta etapa evolutiva y cuando comienzan a repetir anécdotas que sus allegados ya conocen o cuando no saben establecer conexión con la realidad que viven están padeciendo la enfermedad de los años.

Ser comprensivo con los ancianos y asumir que todos algún día llegaremos a serlo y padeceremos los mismos síntomas es una buena práctica. Cuando se encuentran bien es un buen momento para disfrutar de ellos y cuando precisan atención  es hora de cuidarlos para demostrarles lo importantes que son. Porque tal y como trates a tus padres te tratarán tus hijos.

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